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Spa Niwa: Nunca te irás del todo

Adán y Eva habrían dado lo que fuera por volver al paraíso. Es normal, allí tenían todo cuanto querían y con un estilo de vida sencillo y despreocupado encontraban cada día la felicidad en las pequeñas cosas. Ellos no volvieron, nosotros sí. Y comprobamos que todo lo que escribimos en su día sobre SPA Niwa le hacía justicia e, incluso, se quedaba corto. Despreocúpate, túmbate al sol, relájate en el SPA o entrégate a las manos de sus expertos masajistas. Nunca te irás del todo y siempre volverás.

Y no te irás del todo porque las sensaciones que allí nazcan en la camilla de masajes o, simplemente, en las tumbonas al sol y la suave brisa te acompañarán unos cuantos días. No te engañaremos diciendo que no convivirán algún tiempo con el inmediato estrés propio de la urbe, pero al menos lo llevarás de otra manera.

El desayuno puede ser todo lo saludable que tú quieras, pero echa
un vistazo a la estantería de arriba y... ¡date un capricho!

En el enlace que puedes encontrar en la entradilla de la presente reseña puedes descubrir un amplio reportaje de los servicios del hotel así como del estupendo entorno y pueblo que es Brihuega, pero por si acaso insistiremos en un par de aspectos que son de obligada mención, no importa las veces que escribamos sobre ellos. El trato es tan impecable como el descanso en las amplias, luminosas y coquetas habitaciones. Las instalaciones, modernas pero sin pecar de la fría estética futurista y abrazando una acogedora atmósfera. Los desayunos, aunque echamos en falta algo de reposición, ciertamente ofrecen una variedad y cantidad que, satisfarían si no fuera porque hay bocados tan deliciosos que uno quiere más y más.

¿Día lluvioso? Tranquilo. Piscina y circuito SPA están totalmente techados.
El SPA engaña por su tamaño; entre la piscina con corriente, las diversas estaciones acuáticas tales como el cuello de cisne o el "trono" burbujeante, amén de la sauna, el baño turco y la ducha multichorro, completa una oferta que en otros locales del mismo tipo reparten en una extensión mucho más amplia pero sin ofrecer más aparatología.

Esta vez sí pudimos disfrutar de la zona exterior, equipada con
tumbonas y con dos ambientes: natural y 'amaderado'.

Y llegamos a los masajes. Los que recomendamos reservar siempre tras una hora u hora y media en el SPA, para así maximizar y redondear la experiencia. Esta vez optamos por el shiatsu combinado con el sueco. Es decir, "dolor placentero" con masaje mucho más relajante, y dejadme deciros que si volviera atrás dedicaría los 60 minutos al shiatsu. No por desmerecimiento del sueco, ¡a quién no le gusta que le mimen y masajeen durante la mitad del masaje y tras haber recibido presiones en todo el cuerpo!, pero es que esas presiones nos conquistaron. De la cabeza a los pies, sabiendo en qué puntos incidir y llevar al límite la presión, siempre estarán pendientes de si ésta es molesta. En nuestro caso nunca lo fue, más bien todo lo contrario; cada rincón de nuestro cuerpo agradecía incluso cuando se te suben encima -sí, se te suben encima- de las lumbares colocando todo y sometiendo a músculos y tendones a un "esfuerzo" cuya recompensa no aparece al desaparecer las presiones, sino al continuarlas. Todo un descubrimiento el Shiatsu e, insistimos, si no eres de los que gustan de tanta presión, el combinado con el sueco es perfecto porque tienes todo en uno.


La habitación premia con un excelente final de día.
Cómoda y acogedora.
En clave puramente relajante, las dos propuestas por las que optamos es el masaje estrella de Niwa, con miel de alcarria; y el exfoliante con sales minerales. Ambos dejan una piel tersa y brillante, de anuncio; aunque el proceso del segundo es más completo dado que incluye la eliminación de células muertas de la piel. La miel, si no eres de los exquisitos que les molesta el tacto y la sensación adhesiva, envuelve el cuerpo a una temperatura templada desde el primer minuto y, como decíamos al principio del reportaje, no lo abandona hasta pasados unos días. Eso metafóricamente; físicamente, descuida que una ducha próxima a la camilla eliminará fácilmente todo resto del viscoso fluido. 

Y al final del día, el final y principio de todo: el descanso. Mullidas camas, almohadas de dos tipos para los sibaritas y un silencio propio del espacio. Tan difícil es no volver a Niwa como marcharte sin llevarlo contigo.

Más información en https://www.hotelspaniwa.com/

Jesús Clemente Rubio