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Suiza III: Franceses, fondues y chocolate

Queda claro que nos encantó y encanta la zona germana de Suiza. La perfecta organización de sus cantones, la distribución de sus calles y casas, los picos custodiando cada uno de los municipios... hasta el alemán nos parecía ya agradable al oído. Sin embargo, os avisamos: Suiza es la Torre de Babel de las naciones, un crisol de culturas y tradiciones que bien merecen ser exploradas y, por qué no, comparadas. Dejando para el futuro el repaso al cantón italiano de Ticino, hoy es turno de la parte francesa, la más distinguida del país, bañada por el mayor lago de Europa Occidental. ¡Zambúllete en los cantones galos!


El "Salto del Rhin" tiene 23m. de altura.

Conocemos la sensación; te cuesta abandonar el embriagador aroma alemán de pendientes en los tejados y ritmos de vida pausados y tranquilos. A nosotros también, pero echábamos en falta algo más de buen gusto por la vestimenta -los suizos "germanos" descuidan completamente este aspecto-, un dinamismo que sólo encontramos en Zurich, una ciudad viva aún sin gente castigando las aceras. Así que si la nostalgia te corroe siempre puedes echar un rápido y tempranero vistazo a Biel pues su lago es un anfitrión excelente para uno de los amaneceres más deseados de toda la nación helvética. La excursión al Salto del Rhin (Reihnfall) y el vecino Schafhaussen - a nuestro parecer, el pueblo más encantador de toda Suiza- culminarán la parte alemana. Ahora sí, rumbo a "Francia".

Schaffhausen luce un entrañable
casco antiguo.
Reyes del queso
Ya comentamos la privilegiada situación de Suiza, que la coloca al alcance de todo lo bueno y, de lo bueno, lo mejor. Caso del queso, exquisito en todas sus formas y tipologías si bien alcanza su máximo exponente en la fondue, la presentación más apetitosa. Si a estas alturas desconoces esta lujuriosa forma de probar el derivado del lácteo, aparte de compadecernos de ti, te la explicamos. Un hornillo o una fuente de calor mantiene a una caliente y constante temperatura una cacerola llena de una mezcla de quesos previamente fundida y lista para degustar. El "modo de empleo" pasa por sumergir pequeños trozos de pan -en la variante de chocolate suele ser fruta el alimento preferido- en el queso gracias a unos finos pinchos. Más típica de Suiza que el "abuelito dime tú", no es de extrañar que Suiza pariese este hipercalórico plato debido a las necesidades energéticas de aquellos que vivían y trabajaban la montaña. 

Nada como una buena fondue suiza.
Sirva tal suculenta explicación para presentar la mayor turistada y a la vez más recomendable de todo el tour: visita a Gruyere con obligado encargo de una fondue. Fuera de tópicos típicos, la villa que da nombre al agujereado queso luce también un casco histórico acogedor y coqueto, quizá menos organizado que el de cantones alemanes, pero igualmente vistoso y con el atractivo que tanto le gusta rezumar a los franceses, rematado por un museo dedicado al genio que concibió el monstruoso "Alien" y uno de los castillos más majestuosos del país helvético.

Imponente Universidad de Lausana.
Sin dejar el mundo de las almenas, los portones y las princesas, cambiamos de escenario y no de monumento, encaminándonos al más visitado de Suiza: el Castillo Chillón. Con una cautivadora historia que decora sus paredes y una ubicación de ensueño, se erige además a los pies del lago Lemán, maravilla acuática que comparte con los vecinos y también de carácter galo Montreaux; Lausana y Ginebra. No obstante, mide 12 kilómetros de ancho y 72 de largo, con los que dota a estos tres municipios de unas fotografías preciosas jugando con los mágicos reflejos del agua. Visto lo que comparten, analicemos las particularidades. De Montreaux destacar la estatua en honor a la considerada por muchos como la mejor voz de la historia, Freddy Mercury (fuente: Revista Rolling Stone). 

Casas más rectas en la zona francesa que en la germana. Igualmente encantadoras.
Lausana corona su casco urbano con una Universidad de elegante diseño e imponente fachada que sirve como pantalla para curiosas proyecciones y representaciones holográficas. Su catedral se eleva por encima del resto de la ciudad lo que incrementa su presencia y el inmenso puerto saluda al lago Lemán dejando a sus espaldas una ciudad verdaderamente apasionante. Nuestra favorita de las francófonas aunque cabe destacar Ginebra, la más agraciada de las tres respecto del lago.

Ciudad agujereada
Reloj floral de Ginebra. Las flores se replantan
con el cambio de estación.
Somos conscientes de que el título podría confundir al lector y emplazarle a Gruyere. Sin embargo, nos gustó bautizar a Ginebra como la "ciudad queso" debido a la cantidad de agujeros que posee en el subsuelo. Se dice que se trata de la ciudad más socavada del mundo en pro de acoger las cámaras acorazadas de los numerosos bancos que le dan fama y riqueza. Como siempre, el dinero decide el destino de un pueblo, incluso su topografía. Aunque lo más curioso de la comuna pegada a la embocadura del Ródano, honor reservado al Jet d´eau (chorro o fuente de agua), auténtico emblema de la ciudad. 500 litros por segundo a una velocidad de 200 km/h son impulsados hacia arriba gracias a unos motores de 16 toneladas de peso. 

500 litros y 200 km/h de "ira" acuática.
La descripción supera a la realidad, en la que la inmensidad del lago ensombrece la del chorro, pero no cabe duda de que lo que nació como un alivio a la presión de las tuberías se ha convertido en una referencia ginebrina. Junto a ella, las casas de las principales fábricas de relojes suizos, como la Rolex y, como tributo, una representación ajardinada de los mismos cerca de donde se ubica, en verano, la playa artificial. La Catedral de San Pedro es un recomendable final a tus jornadas galas, no así el colofón del viaje.

Dulce despedida
Si Suiza es la reina de los quesos, el chocolate es su reinado. Desde el más puro hasta el blanco, pasando por infinitas variedades, continentes y contenidos, el sabor amargo de una jornada lluviosa y molesta para el turismo es fácilmente desechable con un buen bocado a tan refinadas onzas. Así que no olvides guardar un puñado de francos para tan delicioso manjar y adquirirlo a granel, pues darás buena cuenta de él ya en el aeropuerto. 

Ginebra disfruta y deslumbra como ninguna con la estampa del lago Lemán.
Sobre el dónde y a qué precio, acércate a un Migros (famosa cadena de supermercados) y compra la marca blanca o, en su defecto, el Frey. La tableta de 500 gramos oscila entre los 2 y los 3 euros, precio adecuado para su cantidad y, por supuesto y por encima de todo, para su calidad. ¿Se te ocurre una despedida más dulce? Olvídate de comprar imanes -¡8 euros la unidad!- en el aeropuerto y reserva dinero para el gimnasio. Entre fondues y chocolates llevarán a tus carnes un souvenir único.  Aparte de los inolvidables paisajes, la fabulosa montaña, los extensos lagos y los acogedores y diversos parajes y pueblos de Suiza, país de paises, pueblo de pueblos, cultura de culturas.




otiuMMaximus

- Desciende hasta encontrarte cara a cara con el salvaje Salto del Rhin.
- La fondue mixta colmará tus expectativas culinarias en Gruyere. El museo del creador de "Alien", las cinematográficas.
- La extensión de los castillos y lagos en la zona francesa. 

otiuMMenester

- La fondue para una persona costó unos 20 euros en Biel, algo más en Gruyere, si bien necesita de algún acompañante para llenarte.
- El acceso al Salto del Rhin cuesta entre 3 y 5 euros, dependiendo del día. El combinado castillo+museo "Alien" en Gruyere cuesta unos 15 euros (17CHF), la mitad si optas por uno de los dos.
- De las comentadas, Ginebra es la ciudad más cara. El chocolate vale lo mismo en uno u otro "Migros".


Jesús Clemente Rubio